La premisa de esta colaboración se basa en una sólida evidencia científica que respalda los beneficios de la música en el aprendizaje y la salud. Investigaciones como “The Neurochemistry of Music”, dirigida por Daniel Levitin y la Dra. Mona Lisa Chanda de la Universidad de Montreal, han documentado cómo la música influye positivamente en la gestión del estado de ánimo, el estrés, la inmunidad y el vínculo social. Estos efectos neuroquímicos muestran que la música no solo es una herramienta educativa, sino también un recurso para el bienestar integral de los estudiantes.
Por otro lado, el estudio “Neuroscience Meets Music Education” de la Universidad de Canberra, liderado por la Dra. Anita Collins, demuestra que tocar un instrumento musical se asocia con mejoras significativas en la memoria, la adquisición del lenguaje, la función ejecutiva y la plasticidad cerebral. Estos beneficios son más pronunciados en aquellos que participan activamente en la práctica musical en comparación con quienes no lo hacen.